miércoles, 23 de octubre de 2013

Eres como el gallo inglés que a todos les haces cara





Con el paso del tiempo hay expresiones que se han ido abreviando y así hasta hace pocos años hemos oído ¡Eres un quíquere!, del que su antepasado puede ser este antiguo decir, desde la teoría que la pareja de la "quícara" era el "gallo inglés".

De una revista especializada de finales del siglo XIX, extraemos la amplia descripción que se daba de este animal de pelea: «El buen gallo inglés, según V. de la Perre de Roo, debe tener el iris de color aurora, la pupila negra y la mirada penetrante; el cuello no muy largo y ligeramente arqueado, el cuerpo esbelto, las espaldas anchas y la parte posterior del cuerpo estrecha, siendo la disminución de diámetro muy gradual. El pecho ancho pero no pro eminente, las alas fuertes y cortas, muy apretadas al flanco, y el vuelo ligero y fácil. Las patas deben ser largas y los tarsos vigorosos, de color plomo, oliva, amarillos ó blancos, según la variedad á que pertenezca el animal, y los dedos largos y bien articulados.

(...) El carácter del gallo inglés de pelea es atroz donde él se halla hay riña y ni aun respeta los pavos, patos, ocas y demás huéspedes del corral; de manera que cuando empiezan á mostrarse sus instintos belicosos, precisa encerrar por lo menos los gallos, y estar siempre atento á que no se salga de su encierro, pues causa verdaderos destrozos.»

Si esta descripción y atributos belicosos se le adjudican al destinatario de este decir, realmente habría que sentenciar que el personaje merecería estar enjaulado. Tampoco debiera sentirse orgulloso de su comportamiento, presentándose con cabeza en alto, más bien bajarla y hacer propósito de enmienda. Con el paso de los años la abreviación del decir, de alguna manera le ha suavizado, pues al llamarle ¡quíquere!, al menos asi adquiere la paternidad de los pollitos de la quícara.


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