martes, 17 de diciembre de 2013

Pueblo chico, infierno grande




Es uno de esos decires que viajaron históricamente por el Atlántico de ida o de vuelta, en la ruta España-Canarias-América donde los costumbrismos recalaron por las islas y custodiados por la tradición siguen aún vivos entre nuestras gentes.


Hace referencia a la difícil convivencia de los vecinos de los pueblos pequeños o pagos, donde todos se conocen y "por naa y cosa nenguna", "por quítame allá esas pajas" como bien dice Pancho Guerra, en ocasiones generan disputas cuyos orígenes se sustentan precisamente en que se conozcan tan bien, de quienes fueron sus ancestros y sus inacabadas historias.


En los pagos (como bien dice Joan Coromines, 'distrito agrícola' del latín PAGUS 'pueblo', 'aldea', 'distrito', voz de la que proceden 'país' y 'paisaje') donde coinciden los pequeños asentamientos poblacionales, cuando los vecinos son pocos su convivencia es frágil precisamente porque muchas anecdóticas historias de abuelos no terminan de superarse y permanecen viviéndose de forma apasionada, fogosa y vehemente.


Su comparación en el decir con el "infierno" tiene el sentido que recogió en 1891 José M. Sbarbi en su Florilegio o Ramillete alfabético de refranes y modismos cuando explica la expresión "Es un infierno" y comenta:


«Aplícase al lugar donde hay mucho alboroto y discordia, y también á la misma discordia. Asi se dice: La casa donde tódos quieren mandar y ningúno obedecer; ¿es un infierno; qué infierno es éste con tantos gritos y dicharachos?.


Hay un añadido que, aunque no viene al caso, es ilustrativo: «"Los gastos de una casa se parecen á las penas del infierno". Ref. con que se da á entender que nunca tienen fin los gastos que acarrea el mantenimiento de una casa, pues, cuando se acaba de cubrir una necesidad, surge repentinamente ótra, cuando nó ciento».


Es esa discordia sostenida en los tiempos que surge repentinamente la que convierte en ofensa cualquier hecho insospechado. El ruido de la bisagra de una puerta que se cierra, el correr de una cortina en la ventana, o la "meada" del perro en la esquina de la casa del vecino. Se llega así a creer que no es el perro quien marca su territorio, sino su dueño quien lo manda, marcando así el vecino su jerarquía o provocación. Seguramente empezaron de niños, de cuando con el pie se dibujaba una "cruz" en el suelo diciéndose aquello "¿A ver si te atreves a borrármela?".


Guardan en el "disco" de su memoria psíquica aquel vago recuerdo contado de cuando el abuelo del vecino fue bautizado y los suyos no fueron invitados al "convite", o de cuando hizo la "primera comunión" no llevó los "recordatorios", y así muchas grandes pequeñeces que pasan de generación a generación manteniendo vivas las afrentas y excusas para alborotos y discordias. Pendientes del banco en qué se sientan en la pequeña iglesia o del lugar qué van en la procesión. ¡Ni que fueran más bonitos que nosotros!.

Son trifulcas, marimorenas y jaleos que figuradamente antes llamaban "belenes", porque surgían cada determinado tiempo con las mismas figuras. Como esas viejas heridas que están continuamente "restregándose" y no terminan de cicatrizar. Sencillamente es el "lío de los infiernos".

1 comentario:

  1. Busqué este refrán en google y me llevó a esta página. "Me jallé" más de lo que esperaba. Gracias por la explicación.

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