martes, 4 de marzo de 2014

Le echó la retranca




Expresión coloquial sinónima de la castellana "Le paró el carro", con la que se manifestaba que la persona aludida había puesto "freno" a las  pretensiones de otra, locuciones construidas paralelamente dado que el léxico de las islas da un significado distinto del castellano de la palabra "retranca", como recoge el diccionario de canarismos de la ACADEMIA CANARIA DE LA LENGUA «retranca. 1. f. Freno de los carros. 'Un día a mi abuelo se le olvidó echar la retranca, y el carro se le fue cuesta abajo'», recogiendo igualmente la locución «'echarle la retranca a alguien'. Poner freno a las pretensiones de alguien».

En la lengua castellana de la palabra "retranca" recoge el DRAE distintas acepciones entre las cuales se recoge su uso en Colombia y Cuba con igual significado que en nuestro léxico, que probablemente obedecerá a las conocidas trasmisiones a través de los emigrantes canarios, bien fuera llevada o traída.

El DRAE recoge también otras correspondientes a otros elementos de los carros, que si bien pueden accionar el "freno" de los mismos, no son concretamente dicho elemento por el que son entendidas en el canarismo. Reseña las siguientes: «retranca (De retro- y anca). 1. f. Intención disimulada, oculta. 2. f. Correa ancha, a manera de ataharre, que forma parte del atalaje y coopera a frenar el vehículo, y aun a hacerlo retroceder. 3. f. Cineg. En la batida, línea de puestos situada a espaldas de quienes baten. 4. f. And. galga ( palo atado a la caja del carro). 5. f. Col. y Cuba. Freno de distintas formas de un carruaje».

Pancho Guerra nos aproximaba a su significado en las islas, su relación con el castellano y otras locuciones en desuso «RETRANCA.- Freno de los carros. (Muy usado cuando esos artefactos circulaban abundantemente. Uno de ellos era como la "galga" andaluza. El Diccionario lo da como americanismo). En sentido figurado quiere decir que se tenga mesura en el andar y aun en el hablar. "¡Eche la retranca, amigo! "Párese, o deje de hablar"».

Nos describe su construcción rudimentaria cuando se pregunta si la "retranca" puede ser el origen del canarismo "arritranco" «¿De "arritranca" = retranca, por la vieja alforja que reforzaba el artilugio frenador?». Cuestión que despeja la repetida ACADEMIA CANARIA respondiendo a una consulta: «La palabra canaria arretranco es derivado nominal del verbo también canario arretrancar, compuesto, a su vez, del verbo español retrancar (de tranca). En algunos sitios se pronuncia arritranco, con cierre de la vocal /e/, por disimilación. Se trata, por tanto, de una variante formal de la primera palabra, pero igualmente legítima».

Pero quien más nos acerca al sentido figurado en nuestro decir es Agustín Millares Cubas cuando comenta con detalle de los bailes de taifa: «Los que hoy suben trabajosamente los peldaños que conducen de la sexta a la séptima meseta de la vida, de fijo recibirán un golpe en su viejo corazón al evocar los "elegantes salones" de San Nicolás o de Fuera la Portada en que se "varseaba" y se "porkeaba" con retranca o sin ella (la retranca era una especial combinación de los brazos que impedía las aproximaciones y rozamientos) y se jociquiaba (obsequiaba) a la pareja con dulces que se revendían en la cantina indefinidamente, adquiriendo con el sudor y la temperatura de las manos, una plasticidad esquisita».

Pancho Guerra en Las Memorias de Pepe Monagas sí lo usó en su sentido real para el tartanero «El tartanero metia tranquilito la retranca delante de la puerta de don Nicolasito, daba en ella unos lambriazos con el rebenque, y cuando asomaba por la azotea la retundida y eterna criada de la casona, gritaba invariablemente: "Abaje, que aquí traigo esto". Aparecía la sirvienta, bamboleante del reuma. tartaja y legañosa del sueño. y también decía siempre lo mismo: "iBendito sea Dios.!"»

Más de nuestro tiempo es usada la locución "Se mamó la tranca", que pudiera ser de origen peninsular y con significado más soez, que dista mucho del coloquial que recibe en las islas. El verbo "mamar" es un canarismo muy al uso recogido también por la ACADEMIA CANARIA con los siguientes significados «mamar. 1. v. Obtener provecho indebidamente a costa de otro, de empresas o de instituciones públicas o privadas. 2. v. Tomar para sí lo ajeno, birlar. 'Dejó el bolígrafo encima de la mesa, y se lo mamaron'».

La "tranca" para un peninsular como recoge el DRAE a nuestro caso es lo mismo que era para el canario como recoge Pancho Guerra «Palo grueso y fuerte», y coloquialmente una borrachera. Del desuso de ese palo grueso que "trancaba" las puertas, la ACADEMIA CANARIA recoge su evolución actual «1. f. Cerradura de las puertas. 'Hay que cambiar la tranca de la puerta'». 

Pero tal significado en este nuevo decir "Se mamó la tranca" sorprendería, pues aún pronunciado despectivamente es difícil imaginarse a alguien "mamar" en cualquiera de sus significados mencionados a un palo grueso y fuerte o una moderna cerradura.

Hemos de buscar por consiguiente en otro significado distinto para la palabra "tranca", máxime conociéndose que su derivado "trancazo" es recogido también como canarismo: «1. m. Golpe violento. 'Del trancazo que se dio casi no se mata'. 2. m. Trago de licor. 'Para combatir el frío se tomaba un trancazo de ron'. 3. m. Or.  Engaño, encerrona, quintada».

Cualquiera de las tres acepciones darían sentido de este decir, pues todas ellas son en sí misma "un palo grueso y fuerte" para el sujeto. Reparando en la segunda, concretamente en la expresión "trancazo de ron para combatir el frio", nos aproxima a los antiguos brebajes que como remedios caseros eran preparados para muchas dolencias, algunos de los cuales eran llamados "trancas" figuradamente por ser "gruesos y fuertes" que había que tomárselos de una sola vez, sencillamente, "mamárselos" de un tirón.

Pancho Guerra en Las Memorias de Pepe Monagas nos describe algunos de los elementos "gruesos y fuertes" con los que se realizaban estos brebajes, que como su propio nombre indica son desagradables al paladar:

«El beberaje de las niñas de Falcón fué llamado "tónico del cerrojo" y "tónico del cadenao" según le metieran dentro aquella o esta tranca. Se hacía con vino del Monte, al que se le echaban sus lascas de bichillo y carajacas, su manojito de manrubio y un pedazo de cerrojo, o un candado del año del siniquitate. Aquello se mantenía tres noches a la relentada, con la luna en creciente, y después se guardaba todo lo que se pudiera para que lo mismo la carne que el hierro, largaran el zumeque total.

Era fama que empelechaba a los mismos difuntos, pero sé decirle que uno que recaló de Trasmarino medio en las verguillas y con una tos de sótano, lo tomó, recomendado como mano de santo. El indiano corrompió de tal manera, que si no es la Virgen del Pino, a la que bien pertrechada de velas y cirios se arrimó su gente cuando falló don Cristóbal Quevedo, no la cuenta. En cambio, a otros les fué muy bien.

Don Felo pegó a tomarlo. Y entre el ferrunge y la fe con que se mandaba a la hora en punto las cucharadas, le sentó como cosa de milagro. También se apipó, al tiempo, de caldos de sustancia, pollos tomateros, raleritas de gofio y vino. En cosa de tres días se le alivió la cargazón de costillas, cogió colores y le relumbraron los ojos, que le lucian antes con la melancolia y el brumero de los perros viejos».

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